Virginia
Llegaste a mí
con el despertar del día
cuando apenas te
asomabas al balcón de la vida,
cuando los
juncos a tu lado crecían
y las olas
impetuosas del deseo se alzaban
El brillo de tus
ojos
a la esperanza
incierta de la ilusión
la cubriste con
el manto de la llama
y con la luz que enciende la pasión
A veces lejana,
lejana
como el eco de
un recuerdo ido
como buscando
respuestas infinitas
a preguntas
ignotas
otras veces cercana, cercana
como un latido,
acariciando
sentimientos
avivando cada
sueño
Cuando la
penumbra de la noche fue
y la borrasca de
un día alejó los caminos
y te envolvió y
me ocultó
tú siempre
permaneciste allí
¿como anclada en
el camino? No,
sólo esperando
con el ímpetu de la paciencia
y el sereno
resplandor del que sabe esperar
Cómo pueden las
nubes de un día eclipsarte
y las sombras de
la noche ocultarte
si eres la luz y
eres todo aquello
que mi alma
anhela para amarte
Hoy, cuando el
día comienza a despedirse
y la noche
asoma,
cuando la
penumbra acecha
sólo puedo decir
que siempre
serás para mí
ese esperado
amanecer
que renace con
cada sueño
y con cada
ilusión.
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