domingo, 3 de marzo de 2013

Condiciones del Cuento


Condiciones del Cuento

  Las condiciones que debe reunir un cuento son:

 Adecuación a la Edad: El cuento que sirve para una edad o época infantil, puede no convenir para otra.

  Una vez hacha la elección, en la que juega un papel importante el factor personal, la natural inclinación para dirigirse a los niños o a los mayores.

 Manejo de la Lengua: Dentro de este se deben considerar dos aspectos: el que se refiere al empleo de palabras según su significado y el que se relaciona con el uso de las mismas consideradas como recurso estilístico, es decir, eligiéndolas y combinándolas para obtener determinados efectos.

  Conviene tener presente (y siempre en torno a la edad) que siendo el cuento una de las múltiples formas del juego (a la que se puede llamar intelectual), está sujeto a los matices diferenciales que existen entre el desarrollo psíquico y el desarrollo intelectual.

 Comparación: Por ser mucho más clara y comprensible que la metáfora, es importante preferir su empleo, sobretodo en los cuentos para los niños menores. Las comparaciones con objetos de la naturaleza (cielo, nubes, pájaro, flores, etc) enriquecen el alma infantil envolviéndolo desde temprano en un mundo de poesía.

  Empleo del Diminutivo: Conviene evitar el exceso de estos en los relatos para niños, pero se considera importante su empleo, especialmente en las partes que quiere provocar una reacción afectiva que puede ir desde la tierna conmiseración hasta la burla evidente.

 Repetición: La repetición deliberada de algunas palabras (artículos o gerundios), o de frases (a veces rimas), tiene su importancia porque provoca resonancias de índole psicológica y didáctica. Toda repetición es por si misma un alargamiento, pérdida de tiempo, un compás de espera y de suspenso que permite (especialmente al niño) posesionarse de lo que lee y, más aún, de lo que escucha.

  Título: Deberá ser sugestivo, o sea, que al oírse pueda imaginarse de que se tratará ese cuento. También puede despertar el interés del lector un titulo en el cual, junto al nombre del protagonista, vaya indicada una característica o cualidad.

  Del mismo modo, tienen su encanto los títulos onomatopéyicos, como La matraca de la urraca flaca, o aquellos con reiteración de sonidos; por ejemplo, El ahorro de un abejorro.

 

El Argumento: Es aquí donde fundamentalmente el escritor deberá tener en cuenta la edad de sus oyentes o lectores, que será la que habrá de condicionar el argumento. A medida que aumenta la edad, aumentará la complejidad del argumento y la variedad y riqueza del vocabulario.

  Las partes que constituyen al argumento son:

 La Exposición: Es una especie de presentación de los elementos que conformarán el relato. Será breve, clara, sencilla, y en ella quedarán establecidos el lugar de la acción y los nombres de los personajes principales.

 La Trama: o nudo, constituye la parte principal del cuento, aunque no la esencial. El mecanismo de la exposición cobra aquí movimiento y desarrollo; y del acierto estético y psicológico del autor para manejar los diversos elementos, dependerá en gran parte el valor de la obra.

 Desenlace: es la última y esencial parte del argumento. Deberá ser siempre feliz. Aun aceptando las alternativas dolorosas o inquietantes que se suceden en el transcurso de la acción, el final del cuento habrá de ser sinónimo de reconciliación, sosiego y justicia, vale decir, felicidad total y duradera.

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