Condiciones
del Cuento
Las
condiciones que debe reunir un cuento son:
Adecuación a la Edad: El cuento que sirve para una
edad o época infantil, puede no convenir para otra.
Una vez
hacha la elección, en la que juega un papel importante el factor personal, la
natural inclinación para dirigirse a los niños o a los mayores.
Manejo de la Lengua: Dentro de este se deben
considerar dos aspectos: el que se refiere al empleo de palabras según su
significado y el que se relaciona con el uso de las mismas consideradas como
recurso estilístico, es decir, eligiéndolas y combinándolas para obtener
determinados efectos.
Conviene
tener presente (y siempre en torno a la edad) que siendo el cuento una de las
múltiples formas del juego (a la que se puede llamar intelectual), está sujeto
a los matices diferenciales que existen entre el desarrollo psíquico y el
desarrollo intelectual.
Comparación:
Por ser mucho más clara y comprensible que la metáfora, es importante preferir
su empleo, sobretodo en los cuentos para los niños menores. Las comparaciones
con objetos de la naturaleza (cielo, nubes, pájaro, flores, etc) enriquecen el
alma infantil envolviéndolo desde temprano en un mundo de poesía.
Empleo del Diminutivo: Conviene evitar el
exceso de estos en los relatos para niños, pero se considera importante su
empleo, especialmente en las partes que quiere provocar una reacción afectiva
que puede ir desde la tierna conmiseración hasta la burla evidente.
Repetición: La repetición deliberada de
algunas palabras (artículos o gerundios), o de frases (a veces rimas), tiene su
importancia porque provoca resonancias de índole psicológica y didáctica. Toda
repetición es por si misma un alargamiento, pérdida de tiempo, un compás de
espera y de suspenso que permite (especialmente al niño) posesionarse de lo que
lee y, más aún, de lo que escucha.
Título: Deberá ser sugestivo, o sea, que
al oírse pueda imaginarse de que se tratará ese cuento. También puede despertar
el interés del lector un titulo en el cual, junto al nombre del protagonista,
vaya indicada una característica o cualidad.
Del mismo
modo, tienen su encanto los títulos onomatopéyicos, como La matraca de la
urraca flaca, o aquellos con reiteración de sonidos; por ejemplo, El ahorro de
un abejorro.
El Argumento: Es aquí donde fundamentalmente el
escritor deberá tener en cuenta la edad de sus oyentes o lectores, que será la
que habrá de condicionar el argumento. A medida que aumenta la edad, aumentará
la complejidad del argumento y la variedad y riqueza del vocabulario.
Las partes
que constituyen al argumento son:
La
Exposición: Es una especie de presentación de los elementos que conformarán
el relato. Será breve, clara, sencilla, y en ella quedarán establecidos el
lugar de la acción y los nombres de los personajes principales.
La Trama: o
nudo, constituye la parte principal del cuento, aunque no la esencial. El
mecanismo de la exposición cobra aquí movimiento y desarrollo; y del acierto
estético y psicológico del autor para manejar los diversos elementos, dependerá
en gran parte el valor de la obra.
Desenlace: es la última y esencial
parte del argumento. Deberá ser siempre feliz. Aun aceptando las alternativas
dolorosas o inquietantes que se suceden en el transcurso de la acción, el final
del cuento habrá de ser sinónimo de reconciliación, sosiego y justicia, vale
decir, felicidad total y duradera.
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